Por qué voy a hablar de cine. (O como dar una causa a todo esto)

"Eres un peliculero". Eso me lo dijeron dos personas, muy importantes para mí, con dos días de diferencia. Y todavía no sé si es un halago, una crítica o un simple comentario.

Lo cierto es que lo soy, debo reconoerlo. Me gusta el cine. Me gustan las películas, los diálogos, las escenas, las bandas sonoras, los finales, los nudos y los títulos de crédito. Y todo esto me gusta por un sólo motivo: me lo paso bien.

Todavía no sé si sabéis por donde voy. Siempre se me hace un nudo en la garganta viendo el final de los puentes de Madison. Espero al final para saber si la tripulación del Memphis Belle conseguirá aterrizar su B-17, y siempre temo que Meg Ryan no llegue a tiempo al Empire State en algo para recordar.

Cada uno tiene sus gustos claro, y a mí me gustan muchas, sin que deban tener en común un género, un director o actor, nacionalidad ni época. Algunas se salvan por una sóla escena y otras están hechas para mí. Y son tantas que jamás acabaría de verlas, por suerte.

Y de eso quiero hablar, en gran medida, dentro de este blog. Muchas las habréis visto y espero que podáis, queráis y me ayudéis comentar, criticar o descubrir mejor. Otras, con un poco de suerte, seré yo quien os las descubra.

De lo que se come se cría, dicen. De lo que se ve y se oye, también, añado yo.